La cuestión de la trazabilidad del pescado viene siendo un tema fundamental en Europa, en especial para el sector de los supermercados, que ya han vivido gravísimos problemas con la carne adulterada.
Estudios realizados en diversos países de la Unión Europea (UE) revelan tasas de fraude en el etiquetado a veces muy elevadas: 32% de fraude en Italia, 30% solo con la merluza en España y 19% en el bacalao en Irlanda, por citar algunos ejemplos. En tanto, la sustitución de especies en Francia continúa siendo escasa, del orden del 3,5% (comparable al Reino Unido, donde es del 6%).
En este contexto, las organizaciones Bloom y Oceana se asociaron en Francia con investigadores del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (Inserm) y del Museo Nacional de Historia Natural, y con la revista Terra Eco, para llevar a cabo una investigación inédita sobre el fraude en el etiquetado del pescado.
Durante un año, se realizaron muestreos en diez regiones. Los investigadores recogieron casi 400 muestras en los lineales de productos frescos de grandes superficies, pescaderías, restaurantes, platos preparados y productos ultracongelados.
No detectaron ningún caso de fraude en especies como el abadejo o colín de Alaska, la lubina, el carbonero, el rape y el merlán. En cambio, detectaron que el bacalao había sido sustituido en el 4,2% de los casos (6 muestras de 143) por eglefino o merluza, especies de valor comercial inferior.
El fraude resultó alarmante en el caso del atún rojo: cuatro de cinco muestras (el 80%) que mencionaban “atún rojo” en realidad tenían otra especie de atún: atún claro o patudo, es decir, ambas de valor comercial inferior.
Oceana informó que el nivel de engaño llegaba al 100% (16 casos de 16) cuando se pedía la información sobre la especie al camarero: si el menú no indica más que “atún” y el camarero responde a una petición de precisión sobre la especie afirmando que se trata de atún rojo, su respuesta es ciertamente errónea.
De 117 muestras tomadas de productos ultracongelados y platos preparados, no se comprobó ningún caso de fraude. Pero sí se detectaron problemas en el pescado fresco vendido en filetes: el 8% de los filetes frescos vendidos en pescaderías y el 4% de los vendidos en los lineales de pescadería de supermercados no se correspondían con la etiqueta. En los restaurantes, se comprobó fraude en el etiquetado en un 4% de los casos.
Oceana indicó que el trabajo de secuenciación genética en laboratorio se complementó con una investigación sobre el terreno desarrollada por la revistaTerra Eco, que permitió remontar la cadena de suministro del pescado y comprender de dónde venían los casos de fraude. La conclusión es que aparece sobre todo al término de la cadena: restauradores y pescaderos interrogados al amparo del anonimato reconocían haber reemplazado a sabiendas las etiquetas o los nombres de las especies.
fuente fis
http://fis.com/fis/worldnews/worldnews.asp?monthyear=&day=28&id=66857&l=s&special=&ndb=1%20target=