Los nadadores de rescate de helicóptero pertenecen a una profesión minoritaria y desconocida. Se juegan la vida casi a diario fuera y dentro del agua, realizan una media de 5 ó 6 rescates al mes y de su actuación, rapidez y acierto en las operaciones de salvamento dependen muchas vidas humanas.
Carlos del Campo, oriundo de Santiago y residente en Vigo, es uno de los organizadores de un encuentro internacional que se celebrará enAsturias. Él ejerce en Galicia, donde trabajan cuarenta del centenar y medio de expertos que operan en España.
Los compañeros de Carlos, y él mismo, viajan en helicóptero, descienden en las más duras condiciones meteorológicas, -a veces inimaginables como las ciclogénesis explosivas que durante este invierno azotaron las costas gallegas-, y son los primeros en asistir a cualquier llamada de emergencia que se produzca en medio del mar o en el litoral costero.
Son los “nadadores de rescate”, personas que, conectadas al gancho de una grúa mediante un arnés, descienden a la embarcación, al mar o a tierra, para evaluar la situación que amenaza con sesgar la vida o la integridad física de una o varias personas si no son socorridas.
“La alerta temprana es lo más importante”, explica a EFE Carlos del Campo, que acumula quince años de experiencia. “Es conveniente avisar cuanto antes para que la persona que coordina las emergencias evalúe la situación en función de los datos y decida qué medios es necesario desplazar”.
El 112 o el canal 16 son las dos vías de comunicación para contactar con los llamados “ángeles del mar en la penumbra”.
La vida de ambos, rescatador y rescatado, penden de un hilo, de un cable a 40 metros de altura; pero una tripulación perfectamente definida e integrada, y un equipo técnico completo y novedoso, son ingredientes necesarios e indispensables para un buen funcionamiento.
Un comandante, un copiloto, un operador de grúa y el nadador de rescate deben trabajar codo con codo y con la precisión de un reloj, ya que de ellos depende el éxito o no de las operaciones, y la vida o las vidas que están en juego.
Su trabajo se suele desarrollar en alta mar, en lo que denominan “misiones tipo”, como los últimos hundimientos que azotaron las costas españolas.
En la mente permanecen los últimos naufragios del Santa Ana, frente a Avilés, y el del Mar de Marín en Vigo y el más reciente, el del Mar Nosso, que naufragó frente a Asturias esta Semana Santa, un naufragio en el que fallecieron tres marineros y otros dos se están todavía buscando.
Pero los nadadores de rescate también realizan otras misiones, hasta cierto punto desconocidas, como evacuaciones médicas de un crucero, por ejemplo.
No son muchos en la profesión. En España la cifra no supera los 150 profesionales, y, de ellos, 110 pertenecen a Salvamento Marítimo y los restantes a otras pequeñas unidades de otras instituciones, como lasFuerzas Armadas.
Sólo en la Comunidad gallega hay 40 profesionales, que representan el 26 por ciento de toda España, la zona europea con mayor número tanto de rescatadores como de helicópteros, cuatro en todo el territorio con base en Vigo, Cee, A Coruña y Viveiro.
“Los medios destinados en Galicia son muy potentes”, detalla Carlos del Campo.
No todo el mundo vale para esta labor: “Quien no ame o sienta este trabajo no dura”, ya que “debe ser una persona sensata”, prosigue Carlos, que agrega que aquellos que buscan un riesgo extremo “no valen”.
Una buena condición física, nervios de acero, un grado alto de especialización en diferentes ámbitos y una enorme capacidad para tomar decisiones en apenas milésimas de segundo son condiciones y capacidades que requiere su trabajo, además de fuerza psicológica.
“Buscamos gente capaz de trabajar en condiciones extremas y, encima, en un medio hostil; dentro del caos, el nadador necesita sacar conclusiones y actuar rápido ante cualquier situación”, manifiesta Carlos del Campo.
Para muchos, sobre todo para los marineros, los integrantes de Salvamento Marítimo y de Guardacostas Galicia son una especie de ángeles que realizan entre 5 ó 6 rescates al mes.
Pero a los nadadores no les gusta que se les considere superhéroes o un grupo selecto de elite inalcanzable: “Somos profesionales que hacemos un trabajo especial, nada más”.
Carlos opera desde el Pesca I, un helicóptero de la Xunta de Galicia que tiene base en Vigo y explica que cuando actúa, colgado de ese cable que lo suspende en el aire, “compartimenta” la actuación en una serie de pasos: entrar en el barco o en el agua, analizar los peligros y las condiciones, acercarse a la víctima, hablarle y evaluar cuáles son las medidas pertinentes para proceder al rescate.
¿Cuándo puede saltar la voz de alarma? Nunca lo saben, por lo que viven en la base, y la rapidez es su principal baza.
El próximo junio, entre los días 5 y 7, se celebrará en Gijón el tercer encuentro internacional de Nadadores de Rescate de Helicóptero, en el que se darán cita entre 100 y 150 profesionales de más de quince países y será la primera vez que se realice en España.
(Agencia EFE)