Tercera generación de exploradores marinos y defensora de la protección de los océanos. Tomó hace tiempo las riendas del trabajo iniciado por su abuelo y su padre «por responsabilidad». A los cuatro meses hizo su primera expedición y a los siete años ya sabía bucear. Su voz es, a día, de hoy una de las más autorizadas a nivel mundial. Sabe de lo que habla cuando asevera que «estamos llevando al límite al planeta». De niña vio lugares que hoy ya no existen.
-¿En qué momento decide continuar con el trabajo de su abuelo y su padre?
-Mi primera expedición fue cuando tenía cuatro meses. Estuve viajando con mis padres. Mi padre murió cuando yo tenía tres años y medio, en Portugal, y seguí con mi abuelo acompañándole de vez en cuando. Iba a menudo en París a la sala de edición. Me sentaba en las piernas de los editores y miraba las tareas de montaje de las películas. Mi abuelo me enseñó a bucear. Fui parte de esa aventura. Creo que es lo más lógico que hoy día me dedique a ello porque de chiquita pude ver muchos lugares que hoy día no existen, han desaparecido, y eso hizo que me animara aún más a querer proteger y a ayudar a la gente que trabaja en ello.
-Ha asegurado en alguna ocasión que su trabajo es una forma de honrar a su abuelo y a su padre.
-Así es. Siento una responsabilidad hacia ellos, por eso tengo mucho cuidado a la hora de ver cómo financio mi trabajo, con quien trabajo. Pero también todo ha cambiado. Ha habido una evolución. Sería ridículo hacer lo mismo que mi abuelo. El planeta no es el mismo y los medios tecnológicos tampoco. Los problemas también son otros. En los 60 no había cambio climático, hoy sí.
-Visita Marbella como asesora de Oceana, organización dedicada en exclusiva a la protección de los océanos. ¿Cómo se desarrolla su trabajo?
-En Oceana estamos embarcados en un proyecto con la idea de que si conservamos los océanos podemos alimentar hasta a 1.000 millones de personas por año. Y que un mar bien conservado es mucho más productivo que un mar sobrepescado. Conservando y protegiendo el mar no se va en contra de la pesca, sino al contrario, hay más pesca si lo sabemos cuidar.
-¿Es más complicado concienciar al ciudadano de a pie o al político?
-Oceana fue pionera en el uso del robot submarino para compilar imágenes y datos. Poder ir a los gobiernos y políticos y enseñarles lo que hay cambia todo. Si no sabemos lo que hay, ¿como lo vamos a proteger? Por eso esta labor es muy importante. Tenemos que empezar a definir áreas marinas protegidas, límites de pesca basados en la ciencia y no en la política. Para mi eso es la clave. La movilización ciudadana es más difícil en unos países que en otros, pero es imprescindible. Tenemos que encontrar la forma para que los españoles empiecen a entender que las decisiones que ellos toman individualmente y en sus familias tiene un impacto importante en el mar. Acabo de conocer que en la Costa del Sol el saneamiento sigue pendiente. Es increíble. Hay que invertir dinero en esto, en algo moderno y sano.
-¿Es España uno de los países menos concienciados con el medio ambiente?
-España es actualmente uno de los países donde se produce un gran impacto y donde hay mucho que hacer. La buena noticia es que ustedes lo pueden hacer. La mala noticia sería decidir no hacerlo.
-A través de Oceana han conseguido que el Gobierno amplíe el área de protección del Parque de Cabrera.
-Nos dimos cuenta de la existencia de ecosistemas protegidos por la UE pero aún no por España. La organización demarcó el área donde están estos ecosistemas, que se puede proteger hasta nueve veces más en extensión. Vamos a lograrlo. Cuesta tiempo, pero lo haremos.
-¿Cual es el estado de salud actual del planeta?
-Va empeorando. Cuando miro los cien años que separan el nacimiento de mi abuelo con el de mi hija veo que los cambios son increíbles: deforestación, polución… son problemas que van a peor. Estamos llegando al límite de lo que este planeta puede hacer por nosotros. Si matamos los océanos perdemos la oportunidad de alimentar a 1.000 millones de personas. Tenemos que dejar de pensar que es una decisión entre la economía o el medio ambiente. Ambas cosas deben ir juntas. Tenemos que empezar a despertarnos y darnos cuenta de que así no se puede seguir siempre. Acabaremos pagando la cuenta.
fuente diariosur
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