En menos de dos semanas se va a cumplir un año de uno de los anuncios del siglo para el sector náutico; el cual, desafortunadamente, todo parece indicar que ha quedado en agua de borrajas.
Con motivo de la celebración del pasado Salón Náutico de Barcelona, ANEN y el Ministerio de Fomento anunciaron una auténtica revolución en materia de los títulos náuticos en este arcaico y decimonónico país. Ni más ni menos que una actualización de las titulaciones para el manejo de embarcaciones de recreo, cuya filosofía actual se encuentra enraizada en los albores del pasado siglo XX, digna de los países más avanzados y punteros en el mundo náutico.
Evidentemente, como todo cambio revolucionario, causó polémica y muchos fueron sus detractores, sin otro motivo común, la mayoría de las veces que la defensa de sus propios intereses, privilegios y “Statu Quo”.
Pronto, las fuerzas reaccionarias consiguieron un triunfo parcial, ya que, como este mismo medio dijo y otros más polémicos ya pronosticaban, cuando finalmente, meses después vio la luz el proyecto de norma definitivo, todo parecido con la realidad anunciada en el Salón Náutico de Barcelona, por el Director General de la Marina Mercante era pura coincidencia.
Pero, aún así, era un paso adelante, aunque más corto de lo deseado, significaba aproximarse ligeramente a la regulación de las titulaciones náuticas de los países de nuestro entorno, mucho más avanzada que la española, y no lo olvidemos, grandes competidores del sector náutico hispano.
Sin embrago, aquí no acabaron los despropósitos, cuando la Orden Ministerial estaba lista, se había anunciado que después se dictaría una norma complementaria que permitiría, en unas determinadas condiciones, trabajar a los poseedores de un título náutico deportivo, resulta que salta la Ministra de Fomento, Ana Pastor e impone que una norma que siempre había tenido el rango de Orden Ministerial, pase a tener la de Real Decreto, con lo cual, la lenta maquinaria administrativa debía comenzar a trabajar de nuevo. Muchos creían que la cosa iba en serio y que se trabajaría a destajo para que la norma estuviera aprobada y en vigor para el presente verano. El verano se ha ido, nadie sabe como ha sido y los títulos náuticos siguen siendo los mismos.
Cuando se pregunta en el Ministerio de Fomento, no se sabe, no se contesta, la normativa sigue su tramitación, pero no se puede dar una fecha de cuando entrará en vigor. Huele a decaimiento, se dice, se rumorea que después de las elecciones locales de mayo de 2015, pueden convocarse en el último trimestre, las generales, según los resultados de las primeras una buena excusa para correr un tupido velo sobre esta espinosa cuestión que parece que ha levantado ampollas entre ciertos privilegios intocables y que pretendía una modernización revolucionaria nunca muy bien vista por estos lares.
Hay tiempo de planteárselo, muchos navegantes y aspirantes a ello, otros que pensaban en una salida laboral y otros que creían que era el principio de la autonomía de la náutica de recreo sobre la Marina Mercante, han quedado muy decepcionados con la actuación de algunos en todo este inexplicable entuerto. Al final, quienes serán engañados, como siempre, son los ciudadanos de a pie. Es necesario que la Ministra de Fomento, autora última de la paralización del proyecto de la cara ante los ciudadanos-navegantes y de las explicaciones pertinentes.
fuente mallorcadiariodenautica