La de la cigarra de mar (Scyllarides latus), conocida también como esclop o cigala mallorquina, es la desafortunada historia de una especie que antaño fue relativamente abundante en las costas mediterráneas hasta que dejó de verse y comenzó a desaparecer.A pesar de que se conoce desde siempre, apenas si existe información sobre ella, -se trata de una especie muy difícil de estudiar-, lo que unido a su fácil captura ha llevado a sus poblaciones al declive.
La cigarra necesita un hábitat rocoso infralitoral o circalitoral en el que haya cuevas, cavidades u otras estructuras que le ofrezcan protección. En época de reproducción está a poca profundidad y su mecanismo de defensa es permanecer quieta y aferrarse a la roca, por lo que cualquier persona que bucee a cinco o seis metros puede capturarla.
Desde hace una década, con la creación de una red de reservas marinas en España, se vio que en estos espacios protegidos la especie todavía existía, volvía a aparecer, lo que confirmó que, en gran parte, su desaparición era debida al expolio, ya que en los lugares que estaban vigilados la población se volvía a recuperar.
Para poder gestionar esta especie hay que conocer parte de su ecología y es fundamental averiguar sus movimientos, pero existen numerosos interrogantes ¿cuáles son sus interacciones con el hábitat en las diferentes fases de su ciclo vital? ¿Cuál es su patrón de movimiento? El proyecto SCYTRACK. Movimiento y uso del hábitat en la cigarra de mar (Scyllarides latus): Implicaciones para la conservación de la especie en el Parque Nacional Marítimo Terrestre del Archipiélago de Cabrera, llevado a cabo por el Centro Oceanográfico de Baleares (COB) del Instituto Español de Oceanografía (IEO), en colaboración con investigadores de la Universidad de Barcelona y del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) busca caracterizar las pautas de movimiento diario y estacional de esta especie, mediante modernas técnicas de radio-seguimiento.
“En el Mediterráneo, básicamente, hay cuatro grandes decápodos(bogavante, langosta, la cabra y la cigarra)”, comenta David Díaz, uno de los investigadores de este proyecto, “pero mientras sobre las tres primeras sí que se encuentra información, en el caso de la cigarra prácticamente no existen estudios. Hay algún trabajo publicado, sobre todo de un investigador israelí que había estudiado cosas puntuales, como interacciones entre depredadores, pero la mayoría de aspectos continúan siendo un misterio”.
La Administración Balear, interesada en la regulación de las especies pesqueras, comenzó a realizar una serie de seguimientos en Cabrera. El proyecto LATUS 2006-2009, llevado a cabo por la dirección general de Pesca del Govern y el Centro Oceanográfico de Balears (COB-IEO), comenzó a arrojar algo de luz sobre la biología de esta especie de la que se desconocen muchos aspectos ecológicos. Se empezaron a efectuar técnicas de marcado y recaptura, acompañadas de censos visuales en inmersión para conocer su dinámica, abundancia y saber dónde estaba. A raíz de esta iniciativa, en el 2009, se dicto una orden de regulación pesquera en Baleares, única Comunidad en la que existe, estableciendo un período de veda y una talla mínima para su captura.
“El paso siguiente es este proyecto, SCYTRACK, financiado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales (OAPN), que estudiará su movimiento, algo que hasta ahora nunca se ha hecho”, explica Díaz. “Vamos a aplicar técnicas de telemetría con radio-tracking en el parque nacional de Cabrera, en un área que conocemos muy bien la batimetría y el fondo porque ya la hemos explorado buceando en el proyecto anterior y que presenta una abundancia elevada de cigarras”.
“Pero usar este sistema en hábitats complejos como cuevas y rocas y en una especie bentónica es complicado”, añade. “La cigala se desplaza por el fondo o la pared y la señal rebota, por lo que antes de comenzar con el marcado directo de los ejemplares hemos tenido que conocer a fondo esta área. Hay zonas de sombra y zonas de elevada recepción por lo que es muy importante saber dónde recibes o no señales. Para averiguarlo colocamos receptores y emisores, y los vamos moviendo en el fondo a diferentes distancias y en distintos lugares. En la actualidad estamos diseñando la red muestral, ya sabemos dónde situarla y tenemos previsto comenzar con el marcado de unos 20 ejemplares en primavera”.
La cigarra se aparea principalmente en el mes de mayo y la eclosión de la puesta, que está retenida en la hembra, comienza unos 28 días después. Cuando la libera, ya no son huevos sino larvas, que son las que se dispersan. Y a partir de aquí comienzan las incógnitas. No se conocen todos los estadios larvarios, los datos disponibles sobre su desarrollo larvario son escasos, poco o nada se sabe de los ejemplares juveniles pequeños. Resumiendo, existe un gran vacío de conocimiento sobre las primeras etapas de la vida de esta especie.
“Nadie ha visto un juvenil. Hay un ejemplar de unos dos centímetros en un museo y yo encontré uno de unos 12 centímetros”, informa Díaz, “¿Dónde están? Cuando vemos las cigarras ya son adultas. Una de nuestras hipótesis es que durante la fase de incubación de los huevos las hembras están dentro de cuevas y creemos que hay unos movimientos ontogénicos para que al liberar las larvas la dispersión sea máxima. En ese momento abandonarían su refugio e irían a las zonas donde haya más corriente a realizar la puesta. Esta es una de las teorías que esperamos corroborar a raíz de este proyecto”.
Otra de las incógnitas es dónde está la cigarra en determinadas épocas del año. Se cree que van a lugares más profundos, pero con certeza nadie lo sabe. En ciertas fechas desaparecen y no vuelven a verse de nuevo hasta la época de reproducción. Y este es otro de los interrogantes ligados a su movimiento que los investigadores buscan desvelar con este estudio.
“Si quieres gestionar una especie tienes que conocer la dinámica de su comportamiento en relación al hábitat y al espacio”, subraya Díaz. “Si tengo una reserva marina con la especie protegida y ésta, para liberar las larvas sale de este espacio, el efecto de la reserva es parcial. Nos interesa conocer este uso del hábitat en relación a su comportamiento para poderla proteger”.
“La cigarra es una especie rara de la que se desconoce parte de su ciclo biológico y de su comportamiento”, añade, “además es un animal de crecimiento lento, longevo -puede vivir más de 20 años-, en definitiva, cumple muchos de los requisitos para estar protegida y prohibir su captura. Hay gente que sabe dónde están y bucean para cogerlas, con lo que no es el sector pesquero quien se beneficia. Se estima que el 80% de su comercialización procede de fuentes ilegales”.
“Todo lo que envuelve a la cigala y su relación con la sociedad es muy curioso. Se trata de una especie difícil de encontrar que para la mayoría de la población es desconocida, pero quien la consume la conoce y sabe que quedan pocas. La escasez es como un efecto de llamada. El valor que puede sacarse a nivel comercial es mínimo comparado con el enorme beneficio que obtendríamos si la recuperáramos”, concluye Díaz.
fuente elmundo