30 de noviembre de 2012, Long Island, Bahamas. Tras 4 minutos y 52 segundos de inmersión en el mar, Miguel Lozano está a punto de llegar a la superficie. Sabe que acaba de convertirse en el apneísta más profundo del mundo al haber bajado hasta los 122 metros en la modalidad de descenso libre, es decir, sin la ayuda de aletas ni peso extra. Solo 5 metros más y el récord será oficial. Sólo 5 más. Sin embargo, de repente, algo va mal. Muy mal.
Miguel Lozano no logró ascender los cinco metros que lo separaban de obtener el récord mundial de apnea profunda. Aquel 30 de noviembre de 2012, tras haber realizado la inmersión más profunda del mundo y la más larga en competición de toda la historia, perdió el conocimiento.
Los apneístas de seguridad que le esperaban para acompañarlo en el último tramo acudieron en su ayuda y lo sacaron fuera. Lozano volvió en sí a los pocos segundos. Sin embargo, al haberse desmayado,el jurado le invalidó el récord.
“Perdí el conocimiento porque en estos casos se va al límite. Las reservas de oxígeno son muy bajas después de casi 5 minutos de buceo en movimiento. Entre los 10 y 0 metros hay una cambio importante de presión. Concretamente, la presión pasa de 2 atmósferas a 10 metros, a 1 atmósfera a 0 metros”, explica. En pocas palabras, Miguel Lozano sufrió el llamado síncope de ascensión.
Dos años después de aquello, este profesional afincado en Tenerife está dispuesto a intentarlo de nuevo y superar el récord de 121 metros logrado por el neocelandés William Trubridge. La competición que se celebrará en Las Bahamas será del 27 de este mes al 5 de diciembre, concretamente en el llamado Dean´s Blue Hole (Agujero Azul de Dean), ubicado en una bahía al oeste de Clarence Town, en Long Island. Con 202 metros, es el agujero marino más profundo del mundo. “Tenemos 6 días de competición y en alguno de esos días es posible que se intente batir el récord. Si estoy preparado técnicamente, físicamente, fisiológicamente y mentalmente, lo intentaré. En la apnea profunda es complicado dar fechas. Nos pasa como a los alpinistas, el cuerpo requiere de adaptación y si no estamos preparados fisiológicamente podemos fracasar, además de incrementar el peligro durante el intento, explica.
Y para lograr esa adaptación, Lozano ha viajado hasta Sharm-el Sheikh, una ciudad de Egipto a orillas del Mar Rojo. Dice que podría haberse quedado a entrenar en Tenerife sin problemas, “isla que tiene las condiciones ideales para la práctica de la apnea”, y donde, además, él y su socio, Santiago Jakas, tienen su negocio: Apnea Canarias (www.apneacanarias.com), donde imparten cursos y entrenamientos de apnea durante todo el año. Pero si al final se ha decidido por Egipto es porque se va a celebrar allí una competición previa a la de Las Bahamas.
“Tengo buenos amigos en Egipto y trato de convencerlos a todos para que vengan a Tenerife a entrenar”, asegura.
Miguel Lozano es de Montgat, un pueblo de mar de la provincia de Barcelona, aunque lleva 5 años viviendo en Tenerife, isla a la que llegó de paso en 2009, pero que al final lo enganchó. “Llegué a Canarias porque cada año, durante el mes de noviembre, se organiza el ARC (Atlantic Royal Cruise), donde varios centenares de barcos cruzan el Atlántico juntos. Es una buena época para buscar alguien que necesite personal en el barco y cruzar a cambio de trabajo. Mi intención era llegar al Caribe y quedarme un tiempo entrenado apnea y viajando. Esa era la idea, pero finalmente me quedé en Tenerife”. Y es que Lozano considera que esta Isla tiene las mejores condiciones para la apnea: “profundidad cerca de la costa, visibilidad del agua entre 20 y 30 metros, sin termoclinas ni corrientes, y con un clima envidiable durante todo el año”.
Cuerpo y mente
A profundidades como las que practica Miguel Lozano, la frecuencia cardíaca del apneísta se ralentiza hasta ser casi inexistente. Además, debe soportar enormes presiones arteriales y alcanzar un nivel tan bajo de oxígeno en su organismo que, según informa, se considera “incompatible con la vida”. También tiene que aguantar el dolor pulmonar provocado por las contracciones de su diafragma, y soportar con mucha entereza la sensación de asfixia que le provoca el cerebro para obligarle a salir del agua.
Por todo esto, los apneístas deben controlar su mente y cuerpo. La concentración y relajación previa es fundamental para realizar con éxito un descenso como el que Lozano hará en Las Bahamas. Hasta el momento, su mejor marca está en los 117 metros de descenso libre.
“A medida que descendemos aumenta la presión externa y eso comprime nuestros espacios de aire, principalmente los pulmones y oídos”, indica. En el caso de los pulmones, continúa, “aunque son flexibles, requieren de entrenamiento progresivo a mucha profundidad. Si estás relajado y no generas tensión, el pulmón disminuye de volumen y el diafragma sube hacia la caja torácica de forma natural. Si, por el contrario, genero tensión y contraigo las abdominales, no dejo que el diafragma suba hacia el pecho y, por lo tanto, mis pulmones no pueden comprimirse”.
Para explicarlo con otras palabras: “Como decía Bruce Lee, be Water my friend (sé agua, amigo mío). Si te conviertes en agua, esta no puede dañarte. Hay que aceptar que el mar es más fuerte y poderoso que tú y rendirse a él, o ella”, dice. Es decir, “si bajamos un globo con aire, disminuirá o aumentará su volumen a medida que desciendo o asciendo, pero si el globo con aire es de cristal rígido, al no adaptarse a la presión, se romperá al descender. Esto le pasa al cuerpo: si me tenso y no me relajo en el descenso, me rompo. Por eso es tan importante ser progresivo y conocerse mucho. Es un deporte muy mental. Los miedos y barreras mentales las reproducimos en tensiones físicas y, por lo tanto, nuestra apnea es peor”.
Miguel Lozano asegura que la apnea es un deporte que puede practicarlo cualquier persona, siempre en función de las limitaciones que tenga cada cual. “Si nos dejamos llevar por la primera impresión, puede parecer un deporte de riesgo, pero nada más allí de la realidad”. Este profesional explica que para ser apneísta antes hay que trabajar la respiración, la relajación, la técnica, la seguridad y el rescate. “De esta forma tenemos más conocimientos para tratar de evitar problemas y accidentes. El conocimiento es poder. La apnea es un deporte seguro donde cada uno pone sus límites”, afirma.
“Recomiendo hacer un curso para probar, sobre todo a los pescadores submarinos que van a la mar sin conocimientos y arriesgando al vida sin necesidad. Con algunos conceptos básicos de respiración, seguridad, rescate y fisiología se evitarían muchos accidentes. El principal factor de riesgo es la ignorancia. Desconocer los riesgos y peligros te puede pone en situaciones de peligro sin saberlo”, dice.
Además, resalta que la apnea es un deporte de equipo, “amigos en los que confías y con quien compartir un día agradable. Todo el mundo puede practicarlo independientemente de su condición o sexo”. En cuanto a las mujeres, Lozano asegura que cada vez son más las que se animan a ser apneístas, “ya que tienen una sensibilidad especial para el agua”.
“Una cosa tengo clara, y es quien prueba la apnea, con los protocolos y seguridad que requiere, se engancha y se convierte en embajador de este deporte”, enfatiza.