Cuanto más se hunda, más cerca estará Miguel Lozano de llegar a lo más alto. Hace dos años rozó con los dedos la gesta de convertirse en el primer ser humano capaz de sobrepasar los 122 metros de profundidad en el agua. Sin peso extra ni aletas, el récord de inmersión libre en apnea es el objetivo de Lozano en el Vertical Blue, un evento que reúne, desde ayer, a los mejores apneístas del mundo en el Dean’s Blue Hole, en Long Island (Bahamas), un agujero de 202 metros de profundidad.
En 2012 en este mismo escenario llegó a los 122 metros, pero en su regreso a la superficie, tras casi cinco minutos de inmersión, perdió el conocimiento. El equipo de seguridad le ayudó a salir del agua, y se quedó sin récord, todavía en poder del neozelandés William Trubridge (121 metros).
Hasta el 5 de diciembre la competición ofrece a los apneístas la posibilidad de batir esta plusmarca. El corazón latirá por debajo de las 20 pulsaciones por minuto y la saturación de oxígeno podrá bajar del 50%. “El cuerpo se adapta a todo”, proclama Miguel, que debe caer hasta lo más profundo del océano para llegar a lo más alto.