En la pesca desde embarcación fondeada los cebos de textura media y dura, resistentes a los ataques del pescado menudo, poseen un valor especial para muchos pescadores, ya que mantienen intactas durante mayor tiempo sus propiedades de atracción y aguantan en los anzuelos el tiempo necesario para esperar la entrada de los ejemplares de mayor talla.
Entre este tipo de carnadas, se encuentra el choco (Sepia officinalis), conocido asimismo con el nombre vernáculo de sepia, un molusco presente en todo nuestro litoral, capaz de llamar la atención de la mayor parte de los predadores de interés deportivo.
El choco, así es
Este popular cefalópodo de cuerpo ancho y aplanado es un típico habitante de los fondos arenosos de la zona sublitoral, en la que podemos encontrarlo desde apenas tres o cuatro metros de agua hasta más allá de los doscientos metros de profundidad.La sepia, camaleónica y sagaz, es objeto de pesca profesional mediante diversas técnicas, entre las que destacan los tradicionales trasmallos, junto a otras artes mucho más agresivas, caso de las redes de arrastre.
Fácil de adquirir y de conservar, el choco es un cebo que ofrece amplísimas posibilidades a la hora de emplearlo a bordo, ya que se presta a muy distintos modos de presentación, desde los pequeños daditos de apenas un centímetro cuadrado al anzuelado del ejemplar entero. Aunque su hábitat predilecto sea, como hemos dicho, el sustrato blando, la sepia resulta una carnada mucho más efectiva en áreas de roca, fundamentalmente a causa de su textura recia, difícil de abordar por la mayor parte de los clásicos habitantes del arenal, que, por lo general, son especies acostumbradas a alimentarse de organismos de menor consistencia.
Resulta absolutamente inútil como cebo el denominado “choco limpio” o en pastillas, tanto fresco como congelado
Sobre sustrato duro, sí podremos comprobar sus verdaderas propiedades, siempre que hayamos escogido un producto de calidad que no haya sido sometido a procesos de conservación agresivos. En este sentido, las mejores sepias que podemos escoger para la pesca son, lógicamente, los ejemplares vivos, seguidos de los frescos y de los congelados por nosotros mismos, una vez comprobada su frescura. Resulta absolutamente inútil como cebo el denominado “choco limpio” o en pastillas, tanto fresco como congelado, una carnada sin capacidad de atracción alguna que será sistemáticamente rechazada por todo tipo de ejemplares, por muy hambrientos y activos que se encuentren.
Los peces a los que les gusta
Entre las especies tentadas por nuestro cefalópodo, destaca un buen ramillete de peces de indudable interés deportivo. Si comenzamos repasando algunas de las presas más habituales cuando se emplean presentaciones en forma de taquitos y de tiras, citaremos al sargo común, la chopa, la corva y a los glotones ballesta, peces de boca muy pequeña y de fuerte dentadura, siempre atraídos por el rastro oloroso de la sepia. La talla media de las capturas sube considerablemente si la opción elegida es la delchoco entero, mejor aún vivo, entre los doce y los dieciséis centímetros. Estaremos entonces ante una de las mejores carnadas posibles -la sepia viva- para la captura del dentón, el pargo de gran tamaño, el congrio y la corvina, tanto al garete como desde embarcación fondeada.
Fondos: Preferentemente rocosos, aunque también puede emplearse en áreas mixtas, de ramos, roca suelta y arena.
Profundidad de pesca: Entre los 7-8 metros y los 70- 80 metros de profundidad.
Técnicas: Pesca con ejemplares vivos, tanto a fondo como al garete, y pesca con embarcación fondeada.
Tipo de pescado: En función del tipo de presentación, desde pescado menudo a grandes ejemplares. Sintéticamente, espáridos (sargo, mojarra, raspallón, chopa, dentón y pargo); esciénidos (corva y corvina), además de peces ballesta y congrios. En áreas de desembocadura, interesará asimismo a lubinas y bailas de buen tamaño.