Para conocer los orígenes del patín catalán hay que viajar hasta los años veinte, cuando unos pioneros se inventaron una forma de evitar el agua sucia que había en la costa de la ciudad. “La gente se cansó de utilizar las barcas de remo para ir a encontrar aguas limpias, se les ocurrió poner una vela y la cosa funcionó”, explica Joan Comajuncosa, que hace más de 50 años que navega con patín catalán.
Desde entonces, el litoral barcelonés se llenó de patines de vela y en los años treinta ya se habían popularizado. Fue, sin embargo, en 1942 cuando se decidió hacer una regata para escoger cuál era el que mejor navegaba y se establecieron así las dimensiones de esta embarcación que todavía siguen vigentes hoy en día.
Sin orza ni timón, el patín catalán se convirtió en una embarcación de recreo que se extendió por toda Europa.
Gobernado por el peso del tripulante y la tensión de la vela, el patín catalán es para muchos aficionados un retorno a la esencia de la navegación. “El hecho de que tú con tu cuerpo gobiernes el barco es magnífico, es una sensación muy directa, de sólo tú y el mar”, explica Manel Sala, navegante de patín catalán.
Además, sus características hacen que se pueda entrar y salir con facilidad desde la misma playa.
Desde el Club Natació Barcelona aseguran que esta embarcación nació en la costa de la ciudad y que los primeros en utilizarla fueron unos socios del club. Ahora, el Club organiza cada martes, jueves y domingo una regata para los aficionados a esta embarcación.
fuente elperiodico