El incivismo de los pescadores furtivos de Canarias (y de quienes sirven sus productos a la mesa) ya ha causado en lo que va de año hasta ocho nuevos casos de ciguatera en el Archipiélago, una toxina que se almacena en el pescado y que, si bien no es mortal, provoca a los afectados variados males que van desde la diarrea y los vómitos a la fatiga y la taquicardia, resultando a veces recurrente, de tal modo que tales síntomas regresan incluso años después de haberse contagiado por este mal.
En concreto, los ocho casos son fruto de tres brotes, dos de los cuales tuvieron lugar en Tenerife y el restante en Lanzarote. El caso conejero tuvo lugar el pasado mes de marzo y dos fueron las personas enfermas. En cuanto a los brotes tinerfeños, se produjeron en los pasados meses de febrero y abril, y en ambos fueron tres los afectados por este mal.
Si bien la ciguatera es una enfermedad endémica de los trópicos, el paulatino calentamiento de nuestros océanos ha provocado su llegada a Canarias, donde se registran casos desde al menos 2008, siempre relacionados con capturas de gran tamaño, dado que solo en esos peces se acumula tal cantidad de toxinas que llegan a afectar al hombre. Se desconoce por qué este tipo de toxinas afecta a los mamíferos o a las aves pero no a este tipo de peces. Hay que tener en cuenta que la ciguatera se produce por culpa de una microalga tóxica que provoca ciguatoxinas y maitotoxinas, y se contrae al consumir un pescado que se haya alimentado con la microalga. La toxina se acumula a lo largo de la cadena trófica, que es el proceso de transferencia de sustancias nutritivas a través de las diferentes especies de una comunidad biológica, en el que cada uno se alimenta del precedente y es alimento del siguiente. Son los peces carnívoros de mayor tamaño los que presentan mayores concentraciones de esta toxina.
Al detectar la presencia de la ciguatera en los pescados de las Islas, las autoridades sanitarias del Archipiélago se pusieron manos a la obra y confeccionaron un protocolo para realizar controles en todas las lonjas canarias.
Lamentablemente, la mayor incidencia de la ciguatera a medida de que pasaban los años obligó a una primera actualización de dicho protocolo. Tal circunstancia se ha renovado recientemente a cuenta de los casos de este año. La renovación de dicho protocolo siempre camina en la misma dirección: cada vez se incluyen pescados más pequeños en la lista de los obligados a pasar la inspección.
Hoy día el protocolo incluye a los medregales mayores de 15 kilos, a los petos que pasen de 35 kilos, a los pejerrey que superen los 9 kilos, a los picudos y a los peces espada de más de 270 . Sin duda, los casos más llamativos para la gastronomía canaria son la inclusión en el listado de los abades mayores de 12 kilos y de los meros iguales o mayores a 19.
En todos estos casos queda terminantemente prohibida su comercialización sin que hayan superado las pruebas de diagnóstico de la toxina de la ciguatera.
Si el pescado en cuestión supera la prueba se adosa a la pieza con grapa alimentaria una etiqueta que refleje tal circunstancia.
Es importante saber además que cada pieza de medregal igual o inferior a 15 kilos, de mero inferior a 19 kilos y de pejerrey igual o inferior a 9 kilos deberá estar identificada por un número de lote individual, además de su correspondiente etiqueta.
Todo el control corre a cargo de los departamentos autonómicos de la Dirección General de Salud Pública (Sanidad) y de la Viceconsejería de Pesca y Aguas.
fuente diariodeavisos