332, 35 metros. Nada más ni nada menos, esa fue exáctamente la distancia que Ahmed Gabr, buzo de las Fuerzas Especiales egipcias de 38 años de edad, logró descender en el Mar Rojo. De este modo, Gabr rompió el récord mundial que ostentaba Nuno Gomez, quien en la misma región, en 2005 había logrado descender 318, 25 metros. Conozcamos algunos detalles interesantes sobre este gran logro.
La hazaña tomó entre 14 y 15 horas en total. El descenso solo tomó 12 minutos, pero el resto del tiempo lo necesitó para subir a la superficie. Todo el evento fue cuidadosamente planificado para evitar que Gabr sufriese complicaciones.
A tal profundidad, la presión del agua es de 35 kilogramos por centímetro cuadrado, así que además de la preparación física del buzo, es necesario planificar cuidadosamente los tiempos de descenso y ascenso, así como los suministros de aire necesarios.

En la instancia se utilizaron más de 60 tanques con oxígeno y nitrógeno. Asimismo, estos no eran garantía de éxito para Gabr, pues bajo tal presión, los gases pueden resultar tóxicos para el organismo humano.
Evitar ese riesgo implicaba que el ascenso debía ser lento, para así poder liberar los gases potencialmente peligrosos de forma paulatina.
Los riesgos asociados al buceo de profundidad son tanto físicos como psicológicos. El principal problema físico que puede ocurrir tiene que ver con la toxicidad del oxígeno y el nitrógeno bajo presión. Si el buzo no tiene los cuidados necesarios, rápidamente puede quedar inconsciente y de no contar con ayuda, morir ahogado.

Ahora bien, los efectos tóxicos de estos gases pueden manifestarse más levemente y causar problemas de visión, coordinación y concentración, e incluso llegar a provocar el desmayo. Esta situación pone al buzo bajo un estrés tal que puede conducir al pánico, lo cual dificulta la descompresión adecuada.
Normalmente se suele aconsejar que los buzos desciendan en grupos, o al menos de a dos. Sin embargo, las condiciones de visibilidad y las posibilidades de comunicación a tales profundidades no son las mejores. El buzo debe lograr manejar el estrés en la soledad y oscuridad del mar, sin entrar en pánico.

Según el experto John Lippmann, de la Divers Alert Network, un descenso de 50 metros ya es bastante riesgoso para un buzo. Sin embargo, admite que no existe un límite de profundidad que pueda ser aplicado para todos los buzos y para cualquier condición.
Según Lippmann, además de contar con equipamiento necesario y determinada preparación física y psicológica, también es relevante en qué agua se va a bucear. Lippmann sostiene que no es lo mismo bucear en aguas frías y sucias que en aguas cálidas y cristalinas, ya que las condiciones de visibilidad y temperatura del agua pueden ser determinantes.
funete debate