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Los últimos del ´gerret´

«Es lo que hay. Así es la vida del pescador». Toni Costa Escandell, des Terç, se encoge de hombros cuando calcula que en la red solo hay unos 80 kilos de gerret (Spicara smaris), de los que son aprovechables apenas 50 kilos, tras descartar piezas pequeñas, un salmonete, un par de lenguados y de bogas y una sepia que deja su rastro en la cubierta. Junto a dos marineros, los hermanos Daniel (de 32 años) y Vicente Torres (de 45 años), el patrón del ‘Cap Nono’ tiró el arte al alba en Cala Jondal, 250 metros de red artesanal, fina y delicada que queda hecha jirones si se engancha a cualquier roca.

Esos 50 kilos apenas darán para cubrir los gastos del día, aunque hay jornadas mejores, como la del pasado viernes, cuando los 1.000 kilos de caramel que extrajeron de madrugada cubrieron buena parte de los 10 metros de eslora del llaüt. La mitad, 500 kilos, la devolvieron al mar: «Ellos mismos se autorregulan, no quieren saturar el mercado», comenta Toni Box, técnico del departamento de Pesca del Consell de Ibiza que no disimula su pasión por un tipo de pesca que estudia en profundidad. El patrón sabía que, siendo viernes, con 500 kilos en la lonja irían sobrados: los demás, de vuelta al agua, vivos y coleando.

Toni Costa lleva haciendo lo mismo desde 1960, cuando tenía tres años. Guarda fotos en las que, ya a esa edad, aparece ayudando a su padre, Xico, a recoger la gerretera. «En verano, no había día que no fuera con él. Y si alguna vez no me despertaba, me cogía unos cabreos…», rememora. Terç es hijo, nieto y sobrino de pescadores de Vila. Su padre y sus hermanos salían en sus respectivos barcos: «Pero luego repartían todo lo que cogían. Daba igual que uno hubiera pescado 10 kilos y otro 500», relata.

Desde entonces cada año se divide para él en dos partes: en verano, a por langostas; en invierno, a por gerret. Esta temporada la empezó el 1 de diciembre y la acabará, como siempre, a mediados de abril. Pero los meteoros no se lo están poniendo fácil en 2014. Antes del viernes pasado llevaban 10 días sin poder salir. «¿Que si vale la pena? Sí, pero es una pesca muy supeditada al tiempo. Es un pez muy tiquismiquis» cuya pesca requiere que no haya ni siquiera corrientes, detalla Costa. En la lonja lo venden a unos 4,5 euros, dependiendo del día. En el mercado está a entre 8 y 10 euros. Es un pescado típico de Balears (delicioso en escabeche) y desconocido allende estas aguas. Toni Costa se sorprendió cuando en sus pasadas vacaciones lo vio en un mercado de una isla griega.

Él es de los pocos pescadores que aún se dedican a un tipo de pesca de tirada artesanal que el Consell desearía que no se perdiera por ser respetuosa con el medio ambiente y por la calidad y buen precio del gerret. Solo cinco patrones extienden durante cinco meses sus redes en los fondos arenosos ibicencos (siempre van a los mismos, nunca buscan al azar) para capturarlo, de ellos solo uno del puerto de Ibiza: «Antes éramos siete en Vila. Solo quedo yo. No creo que, tras jubilarme, me siga nadie». Su hijo le ayudó durante siete veranos, hasta que estudió decoración e interiorismo. Da por descartado que continúe la tradición familiar. Quién sabe si la seguirán los marineros que le acompañan, Vicent, que lleva con él 18 años, o Daniel, al que contrató hace año y medio porque como le queda apenas un año (tiene 57 ahora) para jubilarse (Cristóbal Montoro mediante, claro), prefiere no cansarse tanto.

Hora y media de cerco
Y ahí está el problema: es un trabajo duro, mucho. El termómetro marca seis grados cuando empiezan a izar la tupida red después de que esta se deslice suavemente por el fondo de Cala Jondal durante hora y media, hasta que el cerco se cierra y aflora una agitada masa de pescaditos que producen en el agua el mismo ruido que si se frieran allí mismo un par de huevos. Ni Toni ni Vicent –tapados con gorros y bragas de forro polar y protegidos del agua con chubasqueros al estilo Pescanova– llevan guantes: Daniel, sí, pero porque se machacó el pulgar unos días antes.

En la oscura madrugada, en la que nada brilla más en el horizonte que Júpiter, Costa y los Torres despliegan en un semicírculo los 250 metros de red (que en algunos tramos caen hasta los 18 metros del fondo arenoso) a un centenar de metros de la playa y a unos 50 de los acantilados. Luego la recogen delicadamente con la maquinilla de artet: lo que en otras artes se tarda apenas unos minutos, en esta se emplean unos 90 en subir toda la malla. Mientras completan el cerco, Costa tira, de vez en cuando, una piedra atada a una cuerda para que los peces, que se las saben todas, no se escapen por debajo de la embarcación. El gerret sale vivo, entero, aún con sus vivos colores y sin apenas magulladuras, al contrario que los que capturan los arrastreros, ya grisáceos y como recién salidos de una pelea de gatos. Costa recuerda que antaño una decena de hombres, la mitad a cada lado del estrecho llaüt, recuperaban la gerretera a brazadas. Se necesitaba mucha fuerza: el patrón del ‘Cap Nono’ pisa el cabo de la red para demostrar lo tensa y dura que está, es decir, lo que pesa. No era trabajo para flojuchos. El halador con el que recogen la malla fue instalado en el ‘Cap Nono’ en 1968, un año después de que lo comprara Xico Costa.

Ni para débiles ni para dormilones. Para el caramel hay que madrugar. Se tarda hora y media en llegar hasta ese caladero y hay que tirar el arte antes de que despunte el alba, cuando esos peces abandonan los fondos menos hondos. Toni Costa se acostó el domingo a las 23.45 horas y se levantó a las 2.30 de la madrugada: «Yo es que soy de poco dormir. Con tres horas al día me basta. He sido así siempre, desde pequeño. Lo he debido de heredar», cuenta este socarrón pescador. Por la tarde, eso sí, una o dos horas de siesta no se las quita nadie. Y con el orto se despeja con un café espeso, casi a la turca, regado con leche condensada que apura mientras se cierra suavemente el semicírculo de la gerretera.

fuente diariodeibiza

http://www.diariodeibiza.es/pitiuses-balears/2014/03/21/ultimos-gerret/682804.html

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